Letras tu revista literaria

viernes, 18 de enero de 2013

Algo va mal

La lentitud del magma


Pedro Luis Ibáñez Lérida*


"La muerte de cualquier hombre me disminuye porque
estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca
hagas preguntar por quien doblan las campanas:
doblan por ti".

John Donne


                                   Durante esta semana, una nueva vuelta de tuerca más ha venido a fijar el síntoma evidente de la decadencia que sufrimos. Desde la más estricta legalidad han refrendado el modelo que auspicia el sentido y la sensibilidad más voraz. Consolidar el ideario político a la sombra de la proyección personal colma la ejemplaridad. Tan firme ha sido este principio que, incluso, la Defensora del Pueblo ha elevado la voz disintiendo del clamor popular. En un arranque, que se puede catalogar de insana autoestima política, ha invocado el respeto al trabajo de los que han sido responsables políticos. Quién duda de tan noble, leal y hoy, más que nunca, necesaria actividad laboral, cuando las cifras de desempleo son delirantes. Lo que llama a la estupefacción es la animosidad del que quién en su calidad de gestor público privatiza un servicio de salud para, a la postre, ser beneficiario como gestor privado. Bien señala el refranero popular cuando sentencia "A buen entendedor, pocas palabras bastan". Porque de eso se trata, de atender y entender que la legalidad no es signo de ejemplaridad. Pero llegados a este punto parece más terciar las orejeras que las entendederas. Sólo el alud de críticas ha procurado que este hecho no quede impune.

                                   En ese empeño, de escasa lucidez, de refrenar la capacidad crítica del ciudadano frente a las actitudes institucionales. El gobierno ha encomendado al director del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, la búsqueda de fórmulas que reconcilien a los ciudadanos con aquéllas. La política ha pasado a convertirse en un problema, ya no sólo porque no ofrece soluciones. Sobre todo por la manga ancha de sus ejecutores que se aprovechan de su coyuntura con fines meramente promocionales. Según el Centro de Investigaciones Sociológicas -CIS- la imagen de los políticos es la tercera preocupación de los españoles. La solución es bien sencilla. Y no son necesarios maquillajes, componendas estéticas o fariseos argumentos sobre un cambio drástico en la atención a los problemas de los ciudadanos. Simplemente adicionar honestidad y transparencia en sus actuaciones. Y ello significa que los postulados no se ciñan al aspecto meramente material. Las ideas no son patrimonio exclusivo de los partidos. El flujo de las ideas revitaliza el concepto de la sociedad que construimos. El marcado carácter desregulador de la economía ha colapsado los salideros de aquéllas -las ideas- y las han sometido a un estado de asfixia. Replantear los objetivos de la sociedad a través de las ideas no está al alcance de los políticos que se empeñan en centrarse, única y exclusivamente, en la maraña económica como excusa a su ineficacia e incompetencia.

                                   En el año 2010 fallecía Tony Judt. Historiador, escritor y profesor británico de origen judío. Desde el año 2008 padecía esclerosis lateral amiotrófica. Durante esos dos años fue -como el mismo definía- prisionero en su propio cuerpo. En su obra ensayística Algo va mal, que da título a este artículo y que fue publicada de forma póstuma, define con elegancia y rigurosidad los entresijos de esta tendencia desquiciada que nos ha llevado a un crecimiento abominable. Ahora los referentes se han desdibujado con el afán de poseer a toda costa. El lenguaje es de una sencillez y claridad accesible a cualquier persona que desee conocer un planteamiento intelectual y diferenciador sin ninguna traza de elitismo. Una conciencia ligada a la reflexión sobre los acontecimientos como herederos y precursores de los que fueron y otros que están por llegar, y que sólo desde una firme convicción colectiva podemos tener la esperanza de construir en el futuro. En Algo va mal la sensación de pérdida es constante. Quizás por la propia experiencia del autor en la degradación física de su cuerpo, como un lento e inexorable camino a la muerte. Aunque sabiendo de la independencia de su pensamiento, podemos considerarla como la cruenta briega que tuvo que mantener para ser contumaz en su objetivo final. La solidez de sus reflexiones y la constatación en ellas del tiempo actual se corresponde en este fragmento que viene a colación de lo expresado en el primer párrafo de este artículo: 
"Si no respetamos los bienes públicos; si permitimos o fomentamos la privatización del espacio, los recursos y los servicios públicos; si apoyamos con entusiasmo la tendencia de la joven generación a ocuparse exclusivamente de sus propias necesidades: no debería sorprendernos una disminución constante de la participación activa en la toma de decisiones públicas. (…) Se ha generalizado la sensación de que como ‘ellos’ harán lo que quieran en cualquier caso -al tiempo que sacan todo el beneficio personal posible- por qué habríamos de perder el tiempo ’nosotros’ en tratar de influir en sus actos". 
Aunque, por otro lado, la demostración palpable de la regresión de la idea frente al concepto económico, forma parte de ese otro lenguaje, la neolengua, que ya indicara George Orwell en su obra 1948 y que Tony Judt describe de esta manera tan gráfica: 
"No es probable que muchos legos en la materia se opongan al ministro de Economía o a sus asesores. Si lo hicieran, se les diría –como un sacerdote medieval podría haber aconsejado a su grey- que son cosas que no les incumben. La liturgia debe celebrarse en una lengua oscura, que sólo sea accesible para los iniciados. Para todos los demás, basta la fe".
                                  
*Pedro Luis Ibáñez Lérida, poeta, articulista, coeditor de Ediciones En Huida. Contacto: pedrolerida@gmail.com

Artículo patrocinado por LetrasTRL Nº. 54-febrero-2013 http://www.alvaeno.com/letrasTRL.htm

 

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