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miércoles, 4 de abril de 2012

La lentitud del magma (Atraco a las tres)

Por Pedro Luis Ibáñez Lérida*
Atraco a las tres


                        Por fin revelaron las cifras que con tanto celo guardaban para sí. Para ello han esperado a los resultados electorales en las Comunidades Autónomas de Andalucía y Asturias y la huelga general. En ambos contextos el varapalo al gobierno ha sido expresivo y contundente. Ahora con la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado un nuevo espacio político se cierne sobre España. Mientras en ambas comunidades la fijación del ideario de ajuste económico parece no haber insuflado ánimos ni confianza en el electorado. El posicionamiento de una parte de la sociedad secundando la convocatoria de los sindicatos -denostados y descalificados por el propio Gobierno hasta límites antidemocráticos- y la visibilidad en las manifestaciones, vigorizan la levantisca contrariedad social a la que debe hacer frente. Porque menospreciar su incidencia elevando el tono en la afirmación gubernativa que la mayoría parlamentaria es coincidente con la mayoría social, es arrogarse un principio con débiles cimientos. Y es que el porcentaje de abstención ha sido el quinto más alto -28,31 por ciento- de entre todas las elecciones generales celebradas hasta ahora. El Partido Popular -PP- obtuvo el 44, 62 por ciento. Así están las cosas. Con los números empeñados en satisfacer la tabla rasa que marca la Unión Europea.  Un déficit máximo del 5,3 por ciento del Producto Interior Bruto -PIB-, que se traduce en la reduccción de 27.300 millones de euros.

                        La perversión del lenguaje en todo este proceso de equiparación e identificación con la regresión económica, que ha venido acompañada de la subida de un 7 por ciento de la luz y un 5 por ciento del gas, es definitiva en la recreación de diferentes escenarios bajo el mismo común denominador. Todo se hace con el objetivo de "ayudar a los que más lo necesitan". La reducción es especialmente sangrante si nos detenemos en la dependencia y en la ayuda al desarrollo, con una sustracción de 238 y 1.400 millones, respectivamente. El pretendido 0,7 por ciento del PIB para esta última, quedará reducido al 0,25 por ciento. Si se trata de la reforma  laboral la absoluta discrecionalidad es para "favorecer la contratación laboral" en infraempleos categorizados por la renuncia de derechos consolidados por el movimiento obrero en una lucha tenaz desde los albores de la Revolución Industrial. Así la demostración del pensamiento de Pierre Joseph Proudhon, cuando manifestaba que "la propiedad es un robo", sintetiza la calificación de la amnistía fiscal que ha incorporado el Gobierno como medida de reflotar hasta 25.000 millones de euros defraudados a Hacienda. La propiedad llega a hacer peligrar la libertad y la igualdad. Las relaciones productivas y de trabajo se consolidan como una forma de dominación. Tendente a desactivar el inconformismo social con el miedo a la pérdida de la función social y económica del trabajo.

                        En la mísera demostración que no todos somos iguales, subyace no sólo en el marchamo de patriotismo que se les transfiere a especuladores, ricos, narcotraficantes, etc, por un 10 por ciento de sus beneficios retraídos con oscuros manejos. Se trata de la carcoma en el orden moral. Las migajas de unos fuera de la ley compran la recta, disciplinada y puntual actitud de los ciudadanos que pagan sus impuestos. La vía reformista del Gobierno incentiva ese proceso de

deslegitimación social. Mientras los deshaucios continúan desestructurando familias y abocándolas a un drama que sólo la épica ciudadana consigue encauzar con coraje y reciedumbre, el magnánimo y comprensivo estado bendice la corrupción como mal menor, si de su inoperancia persecutoria y fiscalizadora consigue sobreponerse haciendo la vista gorda. En esa producción de secuelas sociales, el primer banquero del país, Emilio Botín, nos alumbra con una enternecedora reflexión cuando manifiesta que "lo que tenemos muy claro es que no nos interesa crecer por crecer". A buenas horas mangas verdes, si del inventario de propiedades inmobiliarias está repleto el agujero negro de la voracidad crediticia. El concepto de corresponsabilidad social de los bancos es tan fluctuante como el pulso bursátil.

                        José María Forqué dirigió en en 1962 la desternillante película, "Atraco a las tres".

Galindo, el cajero de un banco, interpretado por José Luis López Vázquez, reclama de sus compañeros de oficina, un elenco de sobresalientes actores,  la valentía, el arrojo y la depuración de su maltrecha dignidad, para resarcirse de las condiciones económicas y laborales que sufren y les propone atracarlo. Con unos inteligentes, mordaces y desafiantes diálogos y una acertada atmósfera de cine negro, la película es una explícita incitación a la resistencia. Los trabajadores, sustraídos de su autoestima bajo el opresivo mandato del nuevo director, que sustituye al anterior por, curiosamente, liberar créditos a gente con pocos recursos pero honrada en sus pagos y compromisos, ven en la propuesta delictiva una forma de devolver el golpe. Evidentemente el resultado final consume sus ilusiones. La analogía cinematográfica de la realidad actual con esta producción española, de la que se cumple el quintuagésimo aniversario, no deja ninguna duda. El pasado viernes fuimos atracados a las tres.



*Pedro Luis Ibáñez Lérida poeta, articulista, coeditor de Ediciones En Huida. Contacto: pedrolerida@gmail.com

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